Tras los atentados, las zonas de París en las que hay sinagogas o escuelas judáicas están especialmente vigiladas con presencia de policía y militares armados hasta los dientes. La verdad es que a mí no me haría ninguna gracia llevar a mis hijos a colegios con tanta presencia de fuerzas de seguridad y con los soldados y agentes llevando el fusil en la mano dispuestos a abrir fuego en cualquier momento. Y si a uno se les escapa una bala... De hecho, caminar por la rue des Rosiers tan famosa por sus restaurantes de falafel, sus pastelerías tradicionales y sus negocios de bisutería da un poco de respeto. No se pueden dar dos pasos sin encontrarse una patrulla de madelman. Aunque el futuro se presenta más sombrío todavía. Es lógico sentir temor ante un posible ataque terrorista pero mucho más miedo dan las perspectivas electorales. Recordemos que el partido más votado en las últimas elecciones europeas fue el Frente Nacional y que la intención de voto se mantenía muy alta de cara a unas hipotéticas presidenciales. Así que a los judíos se les presenta un panorama desolador: los ataques terroristas no serán nada en comparación con el daño que puede hacer un gobierno racista y xenófobo.
Hay que decir que durante la Segunda Guerra Mundial, miles de judíos franceses fueron detenidos y deportados a campos de concentración nazis con la colaboración del Gobierno Francés de Vichy. Este escabroso capítulo de la Historia de Francia está todavía muy presente en la memoria colectiva, incluso se está celebrando una exposición al respecto en los Archivos Nacionales de la que hablaré en otra ocasión. La mayoría de la población judía de Francia era de origen francés, alemán y del este de Europa pero tras la Guerra, muchos habitantes de las colonias del norte de África, incluidos judíos, se trasladaron a la Francia continental y la mayoría de estos judíos eran sefardíes, es decir, de origen español y portugués, descendientes de los expulsados de España en 1.492.
Entre los atentados y el auge del Frente Nacional, muchos ya se están planteando marcharse a Israel y hasta están empezando a aparecer carteles de inmobliarias de este país en París. Sólo ha faltado que Netanyahu, el primer ministro israelí, se presentara en la manifestación contra el terrorismo en París, haciendo caso omiso de las indicaciones del gobierno francés, y aprovechara la ocasión para exhortar a los judíos residentes en Francia a abandonar su país y mudarse a Israel. Esto levantó mucha polémica porque él no es nadie para decirle a la gente lo que tiene que hacer y menos delante de los dirigentes de este país a los que, indirectamente, estaría criticando por no proteger a sus ciudadanos. Para colmo, Netanyahu también acudió al funeral por los fallecidos en el atentado celebrado en la Gran Sinagoga de París y no tuvo mejor ocurrencia que subir al púlpito y hacer un discurso de corte político y electoralista. Siempre hay quien aprovecha las desgracias en beneficio propio, incluidas las de sus hermanos de fe.
Cartel de una inmobiliaria israelí
Gran Sinagoga de París
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