Tranquilos, no voy a cantar el villancico. Sólo voy a hablar del arbolito de navidad, arbolazo más bien, que decora la plaza de Notre-Dame de París. Resulta que el cabildo ha decidido decorar la entrada de la catedral con un abeto valorado en 80.000 € regalado por Rusia. El rector de la catedral, monseñor Jacquin, afirma que han aceptado el regalo porque el mantenimiento de la catedral resulta muy caro, la entrada a la misma es gratis, la decoración navideña suele sufrir frecuentes robos y las aportaciones de los comerciantes no cubren el coste de la decoración, de manera que la situación económica no es la mejor de las posibles y un regalo nunca viene mal. Hasta aquí todo parece normal. Pero este año, no. Ahora mismo las relaciones entre Francia y Rusia no pasan por su mejor momento. Desde el pasado mes de agosto la Unión Europea se unió a EE.UU. a la hora de aplicar sanciones económicas a Rusia a raíz del derribo de un avión civil por parte, por lo visto, de milicias independentistas rusas en territorio ucraniano.
El árbol de la discordia con las diferentes iluminaciones
Este asunto del árbol de navidad no ha sentado nada bien y, mucho menos, que dicha decoración haya sido inaugurada por el embajador ruso en París, Sr. Orlov. Por si esto no fuera suficiente, el acto tuvo lugar el día 24 de noviembre justo al día siguiente de otro evento muy importante que tuvo lugar también en esta plaza: la conmemoración del Golodomor, las hambrunas sufridas en Ucrania entre 1.932 y 1.933 que causaron unos cinco millones de muertos.
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