Un año más, fui al corazón del barrio chino a ver el desfile del Año Nuevo, en esta ocasión, el Año del Perro. Compruebo con infinita tristeza que cada año el desfile es más corto, más feo y más cutre. Del despliegue de carrozas, grupos de baile, asociaciones, centros deportivos de artes marciales y un largo etcétera ya va quedando cada vez menos. Hasta la seguridad se ha empequeñecido y ha habido muchísimo menos despliegue policial. También tiene sentido ya que este año apenas ha habido autoridades presentes en el desfile.
Al ser mucho más corto y con un recorrido diferente, el desfile de
este año resultó mucho menos vistoso. Es una lástima porque del primer desfile que vi en el 2015 al de este año hay una diferencia abismal como si estuviera viendo un desfile en miniatura. El año 2016 se prohibieron los petardos, por motivos de seguridad, lo cual ya quita buena parte de la esencia al desfile. Al año siguiente,
se redujo casi a la mitad el recorrido de manera que, obviamente, tuvo
muchos menos participantes y quedó muy deslucido. Este año, además de
cambiar por completo el itinerario, el número de participantes es mucho
más reducido y las atracciones, más limitadas. No vi ni una sola
carroza, hubo muy poca exhibición de artes marciales, pocos bailes y
cantos y la organización fue mucho peor que en años precedentes, tanto
que en muchos tramos ni siquiera había vallas de seguridad y los
espectadores invadían la calzada y cerraban el paso, como en las etapas
de montaña de las vueltas ciclistas. También se han visto reducidas las
actividades de los grupos shaolín en el barrio.
En fin, como resumen, se puede decir que ha sido un desfile muy poco interesante y, como siga en esta evolución, va a acabar por no celebrarse. Una lástima.
lunes, 26 de febrero de 2018
viernes, 23 de febrero de 2018
Macbeth en el Odéon
Hasta el 10 de marzo, se está representando en el teatro Odéon una nueva versión de Macbeth de William Shakespeare con puesta en escena y dramaturgia de Stéphane Braunschweig y una nueva traducción a cargo del propio Braunschweig y Daniel Loayza. Era la primera vez que yo visitaba este teatro situado entre los Jardines de Luxemburgo y el Boulevard Saint Germain. Se trata de uno de los escenarios más importantes de París y de toda Francia, de hecho, es uno de los seis teatros nacionales que hay en todo el país.
En fin, en resumidas cuentas, buen trabajo actoral pero la impresión de que no sé qué es lo que he visto. Los escenógrafos nos toman por tontos. Me explicaré: como las grandes obras tratan temas universales y atemporales, creen que se pueden transportar a la actualidad o a un medio aséptico para entenderlas mejor. Por mi parte, creo que los espectadores somos lo bastante inteligentes para comprender estos conceptos dentro de la historia. Y, por otro lado, aunque los temas, las emociones y las pasiones sean universales y atemporales, las historias no lo son. Podemos entender la ambición de poder, la manipulación, la lucha de clanes y otros temas tratados en Macbeth sin Macbeth, pero ¿debemos? Aunque los conceptos estén ahí, Shakespeare decidió presentarlos en un envoltorio determinado, ¿por qué eliminarlo? Es verdad que los conceptos se entienden sin la historia pero no al revés. En una obra de teatro, sabemos que hay unos actores que no sienten lo que vemos sino que lo interpretan, es decir, el espectador decide creerse lo que ve a sabiendas de que es falso pero, paradójicamente, esa obra tiene que mostrar la verdad. Si la diseccionamos y despedazamos como en una autopsia se pierde esa verdad. En primer lugar, cuesta meterse en la historia si la aíslan de su contexto y, segundo, los espectadores queremos ir a ver una obra no un tratado filosófico declamado en un escenario.
No me puedo quitar de la cabeza el sabor agridulce que me dejó esta obra.
Los actores reciben el aplauso del público
Nada más entrar lo que me llamó la atención fue que el bar estaba
lleno y los precios de la comida y la bebida eran bastante ajustados.
Había mucha gente joven y el teatro estaba casi lleno. Los asientos son
muy cómodos así que pasé una noche muy agradable. No hay nada peor que
ir al teatro y recordar la velada por un dolor de espalda.
Teatro del Odéon
Aunque
Macbeth es una obra clásica, uno de los grandes hitos de la literatura
universal, se trata de una versión nueva. O eso pretende. La mayor parte
de la obra transcurre en un escenario de baldosas blancas como un
matadero donde se derramará la sangre. Es la enésima producción teatral
que se desarrolla en un espacio de baldosas blancas
así que de novedoso tiene poco pero, al menos en ésta, no se oye el
repiqueteo de los tacones al andar los actores. Así pues, esta puesta en
escena tiene poco de novedosa pero mucho de fea, como si el dramatismo y
las bajas pasiones sólo nos pudiera llegar a través de la fealdad. En
mi humilde opinión, creo que es todo lo contrario: la maldad hay que subrayarla con un plus
de belleza, es decir, la maldad tiene que ser más atractiva que la bondad, sino
todo el mundo sería bueno y no tendríamos historias interesantes que contar.
Al
no haber visto nunca esta obra en francés, no puedo juzgar el nuevo
lenguaje de la obra aunque la verdad es que sonaba muy actual e
informal. Me llamó la atención la curiosa pronunciación de Macbeth
(Macbez) aunque sólo es un detalle.
Mi entrada
Mientras la guerra
se muestra en el espacio blanco y aséptico con litros de líquido rojo,
los miembros de la Corte están en una estancia palaciega
pseudoversallesca y comen y beben con total tranquilidad.
Uno
de los puntos álgidos de la obra es la aparición de Lady Macbeth, el
personaje más complejo y quien provoca la acción que derivará en
tragedia. La actriz que la representa tenía la voz ronca y, aunque su
interpretación fue buena, esa voz me chirriaba un poco: yo creo que no
es su voz natural sino que está impostada para remarcar la maldad.
Volvemos al concepto del que he hablado antes: la Lady tiene que ser
seductora y convincente, es decir, debe verse y oírse atractiva, no con
voz cazallera. Comprendo que no todas las Ladys pueden ser como ésta, pero algo más de sutileza en la voz habría venido bien.
Palcos y balcones
Volviendo
a la dramaturgia, las interpretaciones están bastante bien en general,
tanto que el público se mete en la historia, a pesar de ver gente con
traje y corbata en lugar de caballeros medievales hasta que, lástima, en
el momento álgido aparece un borracho y se pone a hablar del Brexit. El
efecto son carcajadas del público, pérdida del dramatismo y del hilo de
la historia que, por desgracia, ya no se recupera más que en momentos
puntuales. Como ejemplo, valga decir que hay risas en la confesión de
Macbeth, en el momento del asesinato de la familia de Macduff (bebé
incluido) o cuando se le anuncia a Macbeth la muerte de su esposa, la
reina. El protagonista se pasa una buena parte de la obra descalzo (un
efecto otra vez mil veces visto) y la gente se ríe en sus
intervenciones, no porque el actor lo haga mal, sino porque no hay
ninguna relación entre lo que vemos y lo que oímos.
Por otro lado, el abuso de la estética gore
también causa varios momentos que resultaban risibles en lugar de
fantasmagóricos. La parte mágica o esotérica de la obra queda sepultada
por litros de sangre falsa y gritos de partos porque aquí las brujas
paren y de una forma muy gore y folletinesca, como en las malas series
de televisión o los telefilmes de sobremesa.
El espectáculo va a empezar
Si la aparición del fantasma del rey asesinado ya es bastante sanguinolenta, al final de la representación volvemos a los excesos gore y se nos presenta la cabeza de Macbeth cortada en una escena que nos recuerda las espeluznantes prácticas del Estado Islámico que vemos en los informativos. Si este detalle ya resta dramatismo, la aparición del nuevo rey (hijo de Duncan, el rey asesinado por Macbeth) se parece físicamente y habla exactamente igual que Macron. Ahí la que no pudo contener la risa fui yo. Y decepción personal mía, ¿dónde estaba Hécate? No aparece en toda la obra. El personaje que yo interpreté en una función resumida e infantilizada del colegio ni está ni se le espera. Mejor así. No quiero ni imaginar lo que le habría podido pasar en esta representación a mi bruja adorada.
Por
suerte, el actor que hace de Macduff , Jean-Philippe Vidal, lo
interpreta muy bien y nos devuelve la magia del teatro que es hacer
sentir emociones. Ante la invitación a la venganza por el asesinato de
toda su familia ("debéis vengaros como un hombre"), el pobre responde
con intensa pero contenida emoción "dejadme también resentirlo como un
hombre" y encima pronuncia bien Macbeth.
Si la aparición del fantasma del rey asesinado ya es bastante sanguinolenta, al final de la representación volvemos a los excesos gore y se nos presenta la cabeza de Macbeth cortada en una escena que nos recuerda las espeluznantes prácticas del Estado Islámico que vemos en los informativos. Si este detalle ya resta dramatismo, la aparición del nuevo rey (hijo de Duncan, el rey asesinado por Macbeth) se parece físicamente y habla exactamente igual que Macron. Ahí la que no pudo contener la risa fui yo. Y decepción personal mía, ¿dónde estaba Hécate? No aparece en toda la obra. El personaje que yo interpreté en una función resumida e infantilizada del colegio ni está ni se le espera. Mejor así. No quiero ni imaginar lo que le habría podido pasar en esta representación a mi bruja adorada.
Frescos de la cúpula
En fin, en resumidas cuentas, buen trabajo actoral pero la impresión de que no sé qué es lo que he visto. Los escenógrafos nos toman por tontos. Me explicaré: como las grandes obras tratan temas universales y atemporales, creen que se pueden transportar a la actualidad o a un medio aséptico para entenderlas mejor. Por mi parte, creo que los espectadores somos lo bastante inteligentes para comprender estos conceptos dentro de la historia. Y, por otro lado, aunque los temas, las emociones y las pasiones sean universales y atemporales, las historias no lo son. Podemos entender la ambición de poder, la manipulación, la lucha de clanes y otros temas tratados en Macbeth sin Macbeth, pero ¿debemos? Aunque los conceptos estén ahí, Shakespeare decidió presentarlos en un envoltorio determinado, ¿por qué eliminarlo? Es verdad que los conceptos se entienden sin la historia pero no al revés. En una obra de teatro, sabemos que hay unos actores que no sienten lo que vemos sino que lo interpretan, es decir, el espectador decide creerse lo que ve a sabiendas de que es falso pero, paradójicamente, esa obra tiene que mostrar la verdad. Si la diseccionamos y despedazamos como en una autopsia se pierde esa verdad. En primer lugar, cuesta meterse en la historia si la aíslan de su contexto y, segundo, los espectadores queremos ir a ver una obra no un tratado filosófico declamado en un escenario.
No me puedo quitar de la cabeza el sabor agridulce que me dejó esta obra.
sábado, 17 de febrero de 2018
Festival Melodica en La Bellevilloise
Sin parar de trabajar, sin parar de salir, sin tiempo para descansar pero llena de energía y de alegría: así es mi vida últimamente. Estoy abierta a cualquier propuesta, a cualquier buena idea y si quien la hace es Max Estrella, allí que voy. Max no es un escritor ciego y enfermo sino una cantante y compositora joven y guapa así que, en lugar de hacerme deambular por los bajos fondos madrileños, me llevó a la parte alta del barrio XX a disfrutar de un festival folk. El lugar elegido fue la Bellevilloise, un centro de ocio en el que hay varias salas para conciertos, eventos, un restaurante estupendo y muchas cosas más. Lo mismo se pueden ver competiciones deportivas en pantallas gigantes que disfrutar de un brunch el domingo a mediodía o disfrutar de actuaciones en directo.
El festival en cuestión se llamaba Melodica y tuvo lugar el pasado fin de semana 9, 10 y 11. Los grupos y cantantes actuaron desinteresadamente y crearon un bonito contraste de estilos y músicas. El ambiente es muy sano y el barrio, agradable, así que pasamos una noche maravillosa y muy divertida. Los precios de la bebida y la comida son muy ajustados y el personal, muy amable, así que da gusto ir. Tienen cócteles, una buena carta de vinos y cerveza de una marca llamada BAPBAP que se fabrica en París.
Llegamos cuando los conciertos ya habían comenzado pero pudimos ver las actuaciones completas de un grupo llamado Opium Dream Estate, del cantautor Hugo Barriol y de los holandeses Town of Saints. Los primeros completaron una gran actuación con canciones propias y prestadas. En el caso de Barriol, él se acompañó de una guitarra acústica y un colega, el argentino Diego, que le hacía los arreglos y daba profundidad a su música. Town of Saints animaron al personal con sus violines y su música de reminiscencias irlandesas. En todo el concierto, el sonido fue magnífico. La realización estuvo muy bien. Pero algunos detalles se nos escaparon a pesar de tener buen oído, sobre todo, Max que sigue con interés este tipo de música. Yo, convertida en Doña Latina, me encargué de pedir las copas y hablar con los músicos participantes ya que mi Max particular no estaba ciega sino muda y se sentía apurada de pedir detalles técnicos para sus actuaciones. Una vez buscada la información y obtenidas las respuestas, nos marchamos a casa. No será la última salida que haremos la Estrella rubia y yo, la Doña morena.
El festival en cuestión se llamaba Melodica y tuvo lugar el pasado fin de semana 9, 10 y 11. Los grupos y cantantes actuaron desinteresadamente y crearon un bonito contraste de estilos y músicas. El ambiente es muy sano y el barrio, agradable, así que pasamos una noche maravillosa y muy divertida. Los precios de la bebida y la comida son muy ajustados y el personal, muy amable, así que da gusto ir. Tienen cócteles, una buena carta de vinos y cerveza de una marca llamada BAPBAP que se fabrica en París.
Cartel del evento
Sala de concierto
Nuestras bebidas
Imagen del restaurante
Llegamos cuando los conciertos ya habían comenzado pero pudimos ver las actuaciones completas de un grupo llamado Opium Dream Estate, del cantautor Hugo Barriol y de los holandeses Town of Saints. Los primeros completaron una gran actuación con canciones propias y prestadas. En el caso de Barriol, él se acompañó de una guitarra acústica y un colega, el argentino Diego, que le hacía los arreglos y daba profundidad a su música. Town of Saints animaron al personal con sus violines y su música de reminiscencias irlandesas. En todo el concierto, el sonido fue magnífico. La realización estuvo muy bien. Pero algunos detalles se nos escaparon a pesar de tener buen oído, sobre todo, Max que sigue con interés este tipo de música. Yo, convertida en Doña Latina, me encargué de pedir las copas y hablar con los músicos participantes ya que mi Max particular no estaba ciega sino muda y se sentía apurada de pedir detalles técnicos para sus actuaciones. Una vez buscada la información y obtenidas las respuestas, nos marchamos a casa. No será la última salida que haremos la Estrella rubia y yo, la Doña morena.
Opium Dream Estate
Hugo Barriol y Diego
Town of Saints
sábado, 3 de febrero de 2018
Gran crecida del Sena
Estas últimas semanas se ha producido una tremenda crecida del Sena: terrenos inundados, pantanos desbordados, transportes cerrados y pérdidas económicas y humanas han sido las consecuencias de una crecida cuyo pico fue este pasado miércoles 31. La peor parte se la han llevado varios municipios de las riberas del Sena y el Marne al este de Île-de-France, sobre todo, los municipios de Montévrain y Lagny. En París los afectados han sido los habituales como los barcos turísticos del Sena que están en parada técnica desde hace tiempo, los peniches cuyos habitantes tienen que acceder a ellos en canoas y el RER C que circula justo por la ribera del río. Al igual que en la crecida de 2016, el Louvre y otros museos han sido parcialmente reorganizados. Hace unas pocas semanas y en pleno aumento del nivel del río, la Policía Nacional tuvo la genial idea de realizar unas prácticas de submarinismo con unos agentes recién salidos de la academia. El resultado fue la muerte de una joven policía en aquellas maniobras.
Lanchas y canoas para llegar a casa
El muelle más animado de París está inundado
Ya no se puede pasear por la ribera del Sena
Si hace año y medio, la crecida se produjo a finales de primavera debido al deshielo, en esta ocasión las causante han sido las lluvias. Llevamos más de cuatro meses en que no para de llover y las nevadas en cotas altas han sido las mayores de los últimos años. Mis amigos que van a esquiar me hablan de hasta cuatro metros de nieve en algunas estaciones. Da un poco de miedo ver la corriente del río tan rápido cuando, en general, el Sena tiene unas aguas bastante tranquilas a su paso por París.
El parque justo debajo del Pont Neuf ha desaparecido: sólo se ven las copas de los árboles
El zuavo del Alma tiene el agua por la cadera
En definitiva, lo peor ya ha pasado pero ya se empieza a hablar de la posible crecida primaveral o estival cuando el deshielo llegue a su punto máximo. Las pérdidas económicas son siempre lamentables y éstas han sido graves en zonas rurales y suburbanas. En París hemos tenido algunas incomodidades pero nada de especial relevancia. Da un poco de miedo ver esas aguas arrasando y tragando todo lo que tienen a su paso pero, como nota positiva, hay que reconocer que bajan bastante limpias. En 2016, las aguas llevaban todo tipo de restos de árboles y plantas así como basura. Si el cauce baja limpio hay menos riesgo de tapones en el curso y desbordamientos incontrolados. Veremos dentro de unos meses qué pasa.
Tren de cercanías RER C cerrado: todo su recorrido urbano por París discurre junto al Sena.