No sólo de exposiciones culturales vive el hombre, también hay muchos lugares poco conocidos para visitar en París. En el distrito XVI, no muy lejos de la Isla de los Cisnes se encuentra el Pabellón del Agua que nos muestra una exposición sobre el líquido elemento llamada simplemente O!. Aunque está pensada para visitas infantiles, también los adultos podemos aprender mucho del agua, su uso y la gestión que se hace de ella en París. Es una exposición interactiva, lúdica y divertida abierta hasta el 30 de diciembre. Os dejo con las imágenes.
domingo, 31 de mayo de 2015
lunes, 25 de mayo de 2015
Los Tudor
El Museo Luxemburgo, situado dentro de los Jardines del Senado, dedica su exposición de primavera a la familia Tudor, que reinó en Inglaterra desde 1.485 hasta 1.603. En la muestra se nos explica cómo fue el nacimiento de la nueva dinastía tras su victoria en la Guerra de las Dos Rosas y el posterior matrimonio entre Enrique Tudor e Isabel Plantagenet que uniría los dos clanes rivales, Lancaster y York. Se continúa con el largo y tumultuoso reinado de Enrique VIII y los de sus tres hijos, Eduardo, María e Isabel, para finalizar con la información de la enorme influencia que esta familia ha tenido en la literatura, el arte y hasta la ópera. Para conocer mejor esta época os recomiendo los libros de la escritora e historiadora británica Philippa Gregory. Como he tenido la suerte de haber leído algunas de sus novelas, entendí muy bien la muestra y los objetos que en ella se exponían pero, por desgracia, las explicaciones de la exposición son bastante reducidas y superfluas de manera que, si no conocéis bien la historia de los Tudor, es mejor pasarse antes por la wikipedia o cualquier otro medio para saber de antemano algunos de los aspectos menos conocidos, como el breve reinado de Jane Grey o la historia del conde de Essex.
Uno de los motivos de la popularidad de esta familia es el creciente poder que las monarquías empezaron a tener durante el Renacimiento, dejada atrás ya la Edad Media, lo que los convirtió en monarcas absolutos con un control total de la política, la economía y la sociedad. Además, la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia de Roma para crear su propia iglesia nacional, de la que él era el sumo pontífice, causó graves conflictos religiosos que se extendieron durante siglos, agravados por las intolerantes políticas de persecuciones de sus hijas María e Isabel. La vida personal de sus miembros también ha hecho correr ríos de tinta: el matrimonio entre enemigos de Enrique VII e Isabel, las seis esposas de Enrique VIII, el matrimonio de María I con su primo Felipe II de España rechazado por la nobleza inglesa, la soltería de Isabel y su enemistad con la reina María de Escocia, cuyo hijo Jacobo sería el siguiente rey de Inglaterra, al morir Isabel sin descendencia...
Para finalizar, todas estas historias personales y políticas, llenas de intrigas, rivalidades, amores y desamores, pasiones y traiciones han sido una fuente de inspiración inagotable, que comenzó ya en su misma época, con grandes escritores como Marlow y Shakespeare, que dieron su versión de los hechos históricos. Más adelante, Walter Scott, Víctor Hugo o Friedrich Schiller, entre otros, también produjeron obras de teatro inspiradas en los Tudor y su entorno, algunas de las cuales sirvieron de base para la composición de grandes óperas como Roberto Devereux, Anna Bolena o María Stuarda (las tres de Donizetti). Más recientemente, el cine y la televisión han dado a conocer mucho más las vidas de estos personajes.
Cartel de la exposición
Capa con la que fue coronado Enrique VII
Armadura de Enrique VIII
Retrato de Ana Bolena, segunda esposa de Enrique VIII
Retrato de Isabel I, llamado de la Armada porque fue pintado en conmemoración de la victoria inglesa contra la Armada española
Uno de los motivos de la popularidad de esta familia es el creciente poder que las monarquías empezaron a tener durante el Renacimiento, dejada atrás ya la Edad Media, lo que los convirtió en monarcas absolutos con un control total de la política, la economía y la sociedad. Además, la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia de Roma para crear su propia iglesia nacional, de la que él era el sumo pontífice, causó graves conflictos religiosos que se extendieron durante siglos, agravados por las intolerantes políticas de persecuciones de sus hijas María e Isabel. La vida personal de sus miembros también ha hecho correr ríos de tinta: el matrimonio entre enemigos de Enrique VII e Isabel, las seis esposas de Enrique VIII, el matrimonio de María I con su primo Felipe II de España rechazado por la nobleza inglesa, la soltería de Isabel y su enemistad con la reina María de Escocia, cuyo hijo Jacobo sería el siguiente rey de Inglaterra, al morir Isabel sin descendencia...
Para finalizar, todas estas historias personales y políticas, llenas de intrigas, rivalidades, amores y desamores, pasiones y traiciones han sido una fuente de inspiración inagotable, que comenzó ya en su misma época, con grandes escritores como Marlow y Shakespeare, que dieron su versión de los hechos históricos. Más adelante, Walter Scott, Víctor Hugo o Friedrich Schiller, entre otros, también produjeron obras de teatro inspiradas en los Tudor y su entorno, algunas de las cuales sirvieron de base para la composición de grandes óperas como Roberto Devereux, Anna Bolena o María Stuarda (las tres de Donizetti). Más recientemente, el cine y la televisión han dado a conocer mucho más las vidas de estos personajes.
Robert Devereux, conde de Essex, hombre de confianza de Isabel I que luego cayó en desgracia y fue ejecutado por traición
Miniatura que representa un escenario de ópera, en esta sección de la exposición se oyen fragmentos de las óperas inspiradas en el devenir de los Tudor
Bocetos de vestidos para óperas y obras de teatro
sábado, 23 de mayo de 2015
Palais Tokyo y II
Continuando con la visita del Palais de Tokyo, toca ahora ver los sótanos y los pabellones exteriores. Como muchas de las obras expuestas son intervenciones, performances y actividades, el espacio de creación artística cambia constantemente. La visita de hoy no se parecerá en nada a la visita de hace unos meses ni a la que podremos hacer dentro de un año. Esto forma parte de su atractivo y también de su complejidad. El centro se comporta como un ser vivo que cambia, evoluciona, se relaciona con el mundo... de hecho, este autodenominado antimuseo tiene un embarcadero propio en el Sena, un jardín, una explanada en la que realizar conciertos y actuaciones y dos restaurantes con terraza.
Los sótanos son un lugar muy especial de este centro ya que se encuentran obras por todas partes: en las escaleras, en las vigas, en las paredes... Cualquier lugar es bueno para lanzar una propuesta. Aquí, más que en ningún otro rincón del palais, se ve que el edificio está en permanente revisión. Digamos que los espacios son como un lienzo en blanco para los artistas que pueden mostrar su creatividad sin apenas limitaciones.
En el final del recorrido, me encontré con una obra del artista español Fernando Sánchez Castillo llamada Guernica Syndrome y que está compuesta por varias piezas creadas con restos del Azor, el barco del dictador Francisco Franco. Sánchez Castillo adquirió el yate en 2.011 y lo desguazó para crear este conjunto escultórico.
Y por si tantas obras os han dejado con ganas de más, podéis visitar la tienda y comprar libros de arte. Tiene tantos y tan variados (de arte de todas las épocas y estilos, de moda, de filosofía, de política...) que parece una librería más que una tiendecita de recuerdos. Y si entra hambre, nada mejor que comer algo ligero en su cafetería. Para aquellos que prefieran algo más contundente, se puede comer y cenar en el restaurante Tokyo Eat que también es un espectáculo en sí mismo y siempre está llenísimo. A pesar del nombre y de las constantes referencias a Tokyo, el plato estrella es el steak tartar. Y para los más elegantes, el Monsieur Bleu, en el ala oeste, con sus recetas de cocina-fusión que se pueden disfrutar durante todo el día.
Performance en la que participan los visitantes
Los sótanos son un lugar muy especial de este centro ya que se encuentran obras por todas partes: en las escaleras, en las vigas, en las paredes... Cualquier lugar es bueno para lanzar una propuesta. Aquí, más que en ningún otro rincón del palais, se ve que el edificio está en permanente revisión. Digamos que los espacios son como un lienzo en blanco para los artistas que pueden mostrar su creatividad sin apenas limitaciones.
Obras de diferentes exposiciones y artistas
En el final del recorrido, me encontré con una obra del artista español Fernando Sánchez Castillo llamada Guernica Syndrome y que está compuesta por varias piezas creadas con restos del Azor, el barco del dictador Francisco Franco. Sánchez Castillo adquirió el yate en 2.011 y lo desguazó para crear este conjunto escultórico.
Guernica Syndrome
Y por si tantas obras os han dejado con ganas de más, podéis visitar la tienda y comprar libros de arte. Tiene tantos y tan variados (de arte de todas las épocas y estilos, de moda, de filosofía, de política...) que parece una librería más que una tiendecita de recuerdos. Y si entra hambre, nada mejor que comer algo ligero en su cafetería. Para aquellos que prefieran algo más contundente, se puede comer y cenar en el restaurante Tokyo Eat que también es un espectáculo en sí mismo y siempre está llenísimo. A pesar del nombre y de las constantes referencias a Tokyo, el plato estrella es el steak tartar. Y para los más elegantes, el Monsieur Bleu, en el ala oeste, con sus recetas de cocina-fusión que se pueden disfrutar durante todo el día.
Imagen del Tokyo Eat
jueves, 21 de mayo de 2015
Palais Tokyo I
Si en este blog he hablado decenas de veces sobre museos, en esta ocasión toca hablar del que se denomina a sí mismo el "antimuseo": el Palais de Tokyo. Algunas de las peculiaridades de este lugar es que se pueden concertar entrevistas con los comisarios del mismo, que está abierto desde mediodía hasta medianoche y que en él se encuentran numerosas exposiciones y actividades que podéis consultar aquí y en las que los visitantes pueden participar. En este espacio tan peculiar podemos encontrar todo tipo de obras de arte contemporáneo, de hecho, el edificio mismo es una obra en construcción: muchas de las salas y pabellones están realizados, intervenidos o adaptados por los propios artistas que allí exponen de manera que van cambiando en cada temporada. Además, podemos ver montajes audiovisuales, performances, espectáculos, música, teatro, animación...
Este centro de arte lleva operando dese 2.002 y ha creado escuela en otros lugares que han adoptado su estilo y su política de muestras. Sé que a mucha gente no le gusta demasiado el arte contemporáneo pero os aseguro que este lugar os encantará porque algunas de sus piezas y espectáculos son impactantes y porque, os lo prometo, no os vais a aburrir. El palais es muy grande, tiene varias alturas, incluidos varios sótanos, y está lleno de recovecos y espacios inesperados así que hace falta tiempo para verlo y para disfrutarlo. Como sus obras son bastante impactantes, no es un centro que se vea rápido sino que hay que dedicarle bastante tiempo. Los empleados son muy amables y les podéis pedir información, es más, en algunas salas serán ellos los que se adelantarán a vuestras necesidades ofreciéndoos los catálogos de las obras expuestas.
Una de las obras más impactantes que vi se llama Baitogogo del brasileño Henrique Oliveira. Se trata de un conjunto de pilares y jácenas que toman la forma de ramas y troncos de árbol y se enredan entre ellas como si quisieran volver a su primitivo estado natural.
Este centro de arte lleva operando dese 2.002 y ha creado escuela en otros lugares que han adoptado su estilo y su política de muestras. Sé que a mucha gente no le gusta demasiado el arte contemporáneo pero os aseguro que este lugar os encantará porque algunas de sus piezas y espectáculos son impactantes y porque, os lo prometo, no os vais a aburrir. El palais es muy grande, tiene varias alturas, incluidos varios sótanos, y está lleno de recovecos y espacios inesperados así que hace falta tiempo para verlo y para disfrutarlo. Como sus obras son bastante impactantes, no es un centro que se vea rápido sino que hay que dedicarle bastante tiempo. Los empleados son muy amables y les podéis pedir información, es más, en algunas salas serán ellos los que se adelantarán a vuestras necesidades ofreciéndoos los catálogos de las obras expuestas.
Imágenes de las salas de la planta baja
Vídeo de un montaje
Piezas de la colección permanente
Una de las obras más impactantes que vi se llama Baitogogo del brasileño Henrique Oliveira. Se trata de un conjunto de pilares y jácenas que toman la forma de ramas y troncos de árbol y se enredan entre ellas como si quisieran volver a su primitivo estado natural.
Imágenes de Baitogogo
martes, 19 de mayo de 2015
Esculturas de Suabia
Hasta el 27 de julio, se puede visitar en el maravilloso Museo Cluny, una pequeña exposición sobre las escultura religiosa suaba del final de la Edad Media.
Aunque sólo son dos salas, hay piezas muy interesantes como partes de retablos de iglesias y también esculturas exentas. Si bien es cierto que la escultura medieval es muy tosca y rudimentaria, al final de dicho período, la técnica ya había evolucionado lo suficiente para mostrar figuras humanas más expresivas y refinadas. El hecho de que estas esculturas estén realizadas en madera, que es un material dúctil y blando, también ayuda a que sean más delicadas y complejas que las realizadas en piedra. Aunque el uso de madera permitió la mejora de la técnica y un estilo característico, también conllevaba problemas: la mayor parte de las piezas están llenas de marcas de carcoma y se muestran en cámaras aisladas.
En la muestra se pueden ver dos salas: una dedicada a la Alta Suabia y otra a la Baja Suabia. De algunas piezas, se conoce al autor ya que, en ese momento, se empiezan a conocer ciertos artistas por su nombre algo que no ocurría en la Alta Edad Media. Entre las obras, algunas vienen de su lugar de origen en Alemania, un par de ellas pertenecen a los fondos del Museo y muchas forman parte del Museo del Louvre pero se han trasladado al Cluny. Este movimiento de piezas entre museos es habitual ya que el Louvre tiene unos fondos tan enormes que puede colaborar con cualquier exposición que se organice en cualquier museo y de cualquier tema y es una actividad que forma parte de su política para poner dichas piezas en valor.
Cartel de la exposición
Aunque sólo son dos salas, hay piezas muy interesantes como partes de retablos de iglesias y también esculturas exentas. Si bien es cierto que la escultura medieval es muy tosca y rudimentaria, al final de dicho período, la técnica ya había evolucionado lo suficiente para mostrar figuras humanas más expresivas y refinadas. El hecho de que estas esculturas estén realizadas en madera, que es un material dúctil y blando, también ayuda a que sean más delicadas y complejas que las realizadas en piedra. Aunque el uso de madera permitió la mejora de la técnica y un estilo característico, también conllevaba problemas: la mayor parte de las piezas están llenas de marcas de carcoma y se muestran en cámaras aisladas.
En la muestra se pueden ver dos salas: una dedicada a la Alta Suabia y otra a la Baja Suabia. De algunas piezas, se conoce al autor ya que, en ese momento, se empiezan a conocer ciertos artistas por su nombre algo que no ocurría en la Alta Edad Media. Entre las obras, algunas vienen de su lugar de origen en Alemania, un par de ellas pertenecen a los fondos del Museo y muchas forman parte del Museo del Louvre pero se han trasladado al Cluny. Este movimiento de piezas entre museos es habitual ya que el Louvre tiene unos fondos tan enormes que puede colaborar con cualquier exposición que se organice en cualquier museo y de cualquier tema y es una actividad que forma parte de su política para poner dichas piezas en valor.
Dos obras de la muestra
Hueco de la obra anterior en el Louvre
domingo, 17 de mayo de 2015
Bonnard en el Orsay
El pasado 16 de marzo se inauguró una preciosa y maravillosa exposición dedicada a Pierre Bonnard, uno de los pintores del estilo nabi más famosos. La exposición nació con una pequeña polémica debido a que la ministra de Cultura realizó y publicó varias fotos de los cuadros, algo que, teóricamente, estaba prohibido. Este hecho precipitó el levantamiento de la prohibición de tomar fotos en el Museo Orsay y en el de la Orangerie. Así que os puedo mostrar algunos cuadros pero, en realidad, no se pueden fotografiar todas las pinturas, sólo algunas.
El estilo nabi quizá no sea tan famoso como otras vanguardias del siglo XIX pero se caracteriza por el uso del color y por la búsqueda de lo inesperado. En sus cuadros, además de colores llamativos, hay una gran variedad de temas y personajes y una gran libertad en la disposición de los objetos. Se prefieren las escenas de la vida cotidiana aunque en su versión más bella e idealizada. No discriminan en cuanto a formato ya que realizan obras de gran tamaño o casi diminutas y, fundamentalmente, emplean lienzos, pero también láminas de papel y cartón. Su nombre viene de la palabra hebrea nabe'im, que significa profeta, porque ellos se consideraban mensajeros de un nuevo y más brillante arte pictórico. Por eso, no faltan las referencias religiosas desde el cristianismo más tradicional al budismo o hinduísmo. Su uso del color fuerte de forma poco matizada fue un precedente del fauvismo y su estilo idealista, un gran contraste con el realismo impresionista que dominaba hasta entonces.
En el caso concreto de Bonnard, se han reunido en esta exposición, obras de todas sus épocas y se hacen un repaso a sus influencias y a la huella que sus viajes y experiencias personales dejaron en su arte. El título de la muestra, Pintar la Arcadia, ya da una idea de que las obras expuestas van a mostrar un mundo bello, feliz, donde todo es perfecto. A pesar de ser así, los cuadros de Bonnard no resultan cursis ni infantiloides. Todo lo contrario, la armonía es una de las características más destacables.
Bonnard tuvo etapas en que representó la belleza de los paisajes de la costa mediterránea y también de regiones del sur y el norte de Francia. Tanto el campo como el mar fueron sus fuentes de inspiración. Pero no sólo la naturaleza le interesaba ya que una buena parte de su obra también trata temas domésticos como el baño o la comida. Además vivió una época en que recibió una gran influencia del arte japonés. La admiración es mutua ya que varias de las obras expuestas provienen de museos japoneses. Otras han llegado de museos estadounidenses, alemanes, suecos, italianos, españoles, rusos... y también de colecciones privadas. Como nota curiosa, también hay una sección dedicada a sus fotos. Si queréis conocer la obra de este artista, no dudéis en visitar la exposición y, si no estáis en París, también la podreís ver en la Fundación Mapfre de Madrid a partir de septiembre o en la Legion of Honor de San Francisco a partir de febrero de 2.016. Vale la pena verla. Y no os va a faltar información puesto que el folleto de la muestra tiene ocho páginas.
El estilo nabi quizá no sea tan famoso como otras vanguardias del siglo XIX pero se caracteriza por el uso del color y por la búsqueda de lo inesperado. En sus cuadros, además de colores llamativos, hay una gran variedad de temas y personajes y una gran libertad en la disposición de los objetos. Se prefieren las escenas de la vida cotidiana aunque en su versión más bella e idealizada. No discriminan en cuanto a formato ya que realizan obras de gran tamaño o casi diminutas y, fundamentalmente, emplean lienzos, pero también láminas de papel y cartón. Su nombre viene de la palabra hebrea nabe'im, que significa profeta, porque ellos se consideraban mensajeros de un nuevo y más brillante arte pictórico. Por eso, no faltan las referencias religiosas desde el cristianismo más tradicional al budismo o hinduísmo. Su uso del color fuerte de forma poco matizada fue un precedente del fauvismo y su estilo idealista, un gran contraste con el realismo impresionista que dominaba hasta entonces.
En el caso concreto de Bonnard, se han reunido en esta exposición, obras de todas sus épocas y se hacen un repaso a sus influencias y a la huella que sus viajes y experiencias personales dejaron en su arte. El título de la muestra, Pintar la Arcadia, ya da una idea de que las obras expuestas van a mostrar un mundo bello, feliz, donde todo es perfecto. A pesar de ser así, los cuadros de Bonnard no resultan cursis ni infantiloides. Todo lo contrario, la armonía es una de las características más destacables.
Bonnard tuvo etapas en que representó la belleza de los paisajes de la costa mediterránea y también de regiones del sur y el norte de Francia. Tanto el campo como el mar fueron sus fuentes de inspiración. Pero no sólo la naturaleza le interesaba ya que una buena parte de su obra también trata temas domésticos como el baño o la comida. Además vivió una época en que recibió una gran influencia del arte japonés. La admiración es mutua ya que varias de las obras expuestas provienen de museos japoneses. Otras han llegado de museos estadounidenses, alemanes, suecos, italianos, españoles, rusos... y también de colecciones privadas. Como nota curiosa, también hay una sección dedicada a sus fotos. Si queréis conocer la obra de este artista, no dudéis en visitar la exposición y, si no estáis en París, también la podreís ver en la Fundación Mapfre de Madrid a partir de septiembre o en la Legion of Honor de San Francisco a partir de febrero de 2.016. Vale la pena verla. Y no os va a faltar información puesto que el folleto de la muestra tiene ocho páginas.
Entrada de la exposición
LaTable
La Toilette
Amandier en fleur
Folleto de la exposición
De propina, podéis visitar la exposición dedicada al desarrollo artístico italiano de los años 30. La exposición se llama ¿Dolce Vita? así que, si tenemos en cuenta que fue un estilo nacido al amparo del fascismo, la respuesta debería ser no. De hecho, me impactó ver un par de retratos de Mussolini, uno de ellos ecuestre, en plan héroe. Dejando al margen la política, la colección aquí presentada incluye obras de pintura, escultura, cartelería y también artes menores como muebles, vajillas y objetos decorativos, todos ellos a la búsqueda del equilibrio entre la utilidad y la estética. En esa época, también se empieza a desarrollar la industria automovilística italiana caracterizada por un estilo deportivo y elegante que todavía perdura. A medio camino entre el Liberty (el nombre italiano para el Art Nouveau) y el futurismo, Italia asentó en los primeros treinta años del siglo XX un estilo industrial propio, moderno, algo masculino y esquemático, poco dado a delicadezas y florituras, que todavía permanece y que es una de las claves del éxito del diseño italiano. Aquí, no dejan hacer fotos.
Folleto de ¿Dolce Vita ?, también ocho páginas de información